En busca de un techo

El número de adolescentes sin hogar en los Estados Unidos está en aumento. Averigua por qué… y qué puedes hacer para ayudar.

Al leer, pregúntate: ¿cuáles son algunas de las causas principales del sinhogarismo adolescente?

Kim Raff/AP Content Services for Scholastic, Inc.

Harper Elder terminó en la calle a los 16 años, tras años de conflictos con sus padres.

Harper Elder montó en su bicicleta hacia la escuela, envuelta en ráfagas arremolinadas de nieve. Un viento helado punzaba las manos descubiertas de la muchacha de 16 años. Harper estaba acostumbrada a los crudos inviernos porque se había criado cerca de Salt Lake City, Utah. Pero este año no estaba preparada. No tenía guantes. No tenía abrigo. Y no tenía un lugar al que llamar “hogar”.

Corrían los primeros meses de 2021. Harper había estado viviendo en lo de su hermana mayor —donde dormía en el sofá—, a 45 minutos en bicicleta de su escuela. Meses antes, años de conflictos con su madre habían llegado a un punto álgido. Harper dice que sus padres la echaron de la casa. La primera noche empezó a caminar hacia lo de una amiga, pero luego se detuvo. No se atrevía a pedir ayuda.

“No quería pasar por la humillación o parecer vulnerable ante los demás —dice Harper que ahora tiene 21 años—. Así que dormí en un parque. Pasé mucho, mucho miedo”.

El número de jóvenes que comparten la lucha de Harper es cada vez mayor. Según datos del Gobierno, todos los años, hay 700,000 estadounidenses de entre 13 y17 años sin techo y solos. (El número se dispara a 4.2 millones cuando se incluye a personas de entre 18 y 25 años). Estos adolescentes pasan de albergues, a carros, a casas de amigos. A veces tienen que dormir a la intemperie.

El sinhogarismo afecta a jóvenes en todos los estados… y está empeorando. Según el Departamento de Educación de los Estados Unidos, el número de estudiantes de escuelas públicas identificados como indigentes (ya sea solos o con sus familias) aumentó más del doble entre los años escolares 2004-05 y 2022-23.

Pero para Harper y tantos otros, dice Barbara Duffield, el sinhogarismo no tiene que ser el final de la historia. Duffield lidera una asociación sin fines de lucro nacional llamada SchoolHouse Connection que trabaja para combatir el sinhogarismo adolescente a través de la educación. “Estos jóvenes pueden tener éxito, y lo tienen —dice—. A menudo dicen: ‘Esto es algo que me ocurrió. No es quien soy’”.

Sin un lugar adonde ir

Las presiones económicas, como el costo cada vez más elevado de los alquileres, suelen ser la causa del sinhogarismo en las familias. Pero los conflictos en el hogar son la razón principal por la que los adolescentes terminan sin techo. Los adolescentes sin hogar a menudo huyen del abuso, la negligencia, violencia doméstica o adicciones de los padres.

La crisis del sinhogarismo no afecta a todo el mundo por igual. La tasa del sinhogarismo de la juventud negra, latina/hispana e indígena es más elevada que la de sus pares blancos. Los jóvenes LGBTQ+ corren más del doble del riesgo de terminar indigentes que la juventud que no se identifica como LGBTQ+.

Para los adolescentes sin hogar que están solos, el primer problema es encontrar un lugar seguro donde quedarse. Muchos terminan por ir de la casa de un amigo o familiar a otra, sin quedarse en un lugar fijo por mucho tiempo.

Jaden Noble, de St. Louis, Misuri, sabe lo difícil que puede resultar esa situación. Terminó sin un lugar donde vivir luego de sumirse en un profundo dolor tras la muerte de su hermano mayor de cáncer en 2023. Jaden, que en ese momento tenía 18 años, cayó en una profunda depresión. Hizo cosas de las que hoy se arrepiente, como probar drogas. Sus padres finalmente le pidieron que se fuera de su casa, dice.

A veces se quedaba en la casa de su novio, pero su relación no era sana. Otras noches, Jaden dormía en el piso del lavadero de su primo. Prácticamente lo único que comía era cecina. “No sabía cuál sería mi próximo paso —dice—. Honestamente sentía como si mi vida estuviera por acabarse”.

Michael Thomas/AP Content Services for Scholastic, Inc.

Jaden Noble, ahora con 21 años, lleva una camiseta en honor a su hermano. Encontró ayuda en un albergue para jóvenes.

Estrés y vergüenza

El estrés es común entre los jóvenes sin hogar. También lo son la vergüenza y el temor de ser juzgados. “Hay mucha vergüenza en torno al sinhogarismo”, dice Harper.

Muchos jóvenes esconden su situación. Intentan seguir asistiendo a la escuela mientras simulan que todo está bien frente a sus compañeros y profesores. Pero no es fácil. Los adolescentes que sufren el sinhogarismo suelen pasar hambre y estar exhaustos, dicen los expertos. Les puede costar enfocarse.

Es posible que los adolescentes indigentes no tengan acceso a importantes recursos, como un lugar tranquilo donde estudiar o un lugar seguro para ducharse. Con el tiempo, problemas como estos pueden pasar factura. Según revelan los datos, la tasa de abandono escolar de los estudiantes que sufren de sinhogarismo es mucho más elevada que la de sus pares. Eso puede dificultarles conseguir un trabajo más adelante.

Harper estaba decidida a no abandonar la escuela, aunque significara atravesar tormentas de nieve en bicicleta. “Estaba en modo supervivencia —dice—. Hacía lo que hiciera falta”. Pudo quedarse con su hermana por un período breve. Más tarde encontró un lugar seguro para quedarse con una familia cerca de su escuela.

Encontrar apoyo

Para muchos adolescentes, la solución comienza por pedir ayuda. Hablar con un profesor o con un consejero académico de la escuela, por ejemplo, puede ser el arranque inicial para conseguir apoyo. La ley federal exige a los distritos escolares que identifiquen a los estudiantes sin hogar porque tienen derecho a acceder a servicios especiales. Dichos servicios incluyen el transporte a la escuela a la que asistían antes de quedar en la calle.

La mamá de Jaden se comunicó con ella y le rogó que pidiera ayuda en un albergue. Muchas comunidades tienen albergues donde las personas sin hogar pueden dormir, comer y recibir ayuda médica. Pero la mayoría de esos albergues están diseñados para recibir a adultos. Jaden acudió a albergues para adultos, pero no se sintió lo suficientemente cómoda como para quedarse. “No era una buena opción para mí”, dice.

Hay albergues específicamente para jóvenes sin hogar, pero no son tan comunes. Las instalaciones a menudo cuentan con recursos especiales, como ayuda con la tarea y servicios de terapia para adolescentes.

Al final, Jaden tuvo suerte. En marzo de 2024 encontró un espacio vacante en un albergue específicamente para jóvenes llamado Covenant House. El personal allí ayudó a Jaden a reconstruir su vida. Con su apoyo, consiguió un trabajo y un apartamento.

Jaden también hizo terapia en Covenant House para lidiar con el dolor de la muerte de su hermano. Ahora, a los 21 años, trabaja para reparar la relación con su familia. “El otro día dije: ‘Me pregunto si mi hermano estaría orgulloso de mí’ —recuerda Jaden—. Mi mamá me miró y me dijo: ‘Yo creo que sí’”.

Escondidos a simple vista

¿Cómo pueden obtener este tipo de ayuda más adolescentes sin hogar? Los defensores de sus derechos dicen que las escuelas y los grupos de apoyo necesitan más recursos para ayudar a identificar cuáles son los jóvenes que están teniendo dificultades. Los adolescentes que reciben ayuda suelen decir que desearían que los adultos se hubieran involucrado antes, dice Duffield, de SchoolHouse Connection. “Dicen: ‘Desearía que alguien me hubiera dicho que había ayuda disponible’”.

Otro paso crucial es crear más albergues y recursos específicamente para jóvenes, dice Leslie McGuire, directora de programas de CovenantHouse International. Esa organización sin fines de lucro tiene albergues para jóvenes sin hogar en 25 ciudades de los Estados Unidos.

“Hay una verdadera falta de instalaciones diseñadas específicamente para jóvenes —dice McGuire—. El sistema adulto se concentra más en cubrir necesidades humanas básicas que en superar el sinhogarismo”. Es más probable que los albergues juveniles ofrezcan el apoyo emocional que necesitan los adolescentes. La mitad de los jóvenes que ingresan en Covenant House expresan que luchan con problemas de salud mental.

La prevención también es crucial a la hora de ponerle fin a la crisis. Muchos expertos en políticas públicas dicen que los Estados Unidos necesitan crear y expandir los servicios como la atención a la salud mental, la capacitación laboral y los programas para obtener viviendas asequibles. Cambios como estos podrían ayudar a detener el sinhogarismo adolescente antes de que comience.

Mirar al futuro

Ahora que tiene un lugar donde vivir, Harper quiere ser parte de la solución. Cuenta su historia para concientizar. Ha viajado a Washington D. C. para reunirse con funcionarios y compartir su experiencia. “Es como que quieren ayudar —dice de los funcionarios— pero no logran descifrar cómo hacerlo”.

En cuanto a qué la ayudó a ella, Harper dice que concentrarse en la escuela, así como en actividades que funcionaban como válvula de escape creativa, como escribir y bailar, la ha impulsado hacia delante. El trabajo duro ha valido la pena. A través de SchoolHouse Connection, Harper obtuvo una beca para asistir a una universidad en Utah, donde ahora estudia Lengua y Escritura Creativa. Vive en una residencia para estudiantes, en su propia habitación, y tiene un grupo de amigos muy unidos.

Harper les aconseja a los estudiantes que pasan por el sinhogarismo que hagan algo que ella no hizo la primera noche en la que no tuvo dónde quedarse: hablen con alguien. Pidan ayuda, porque hay recursos disponibles.

“Cualquiera puede quedarse sin hogar”, dice Harper. Pero no necesitan sufrir en silencio.

FUENTE: U.S. Department of Education