Un día, durante el último año de secundaria de Sarah Nowel, su novio le ofreció lo que parecía ser un analgésico recetado. Sarah ya había probado drogas de manera recreativa, por lo que creyó saber a qué atenerse. Pero, de hecho, esa píldora estaba a punto de sumir su vida en un profundo caos. “No tenía idea de lo serias que se iban a poner las cosas”, dice Sarah.
En cuanto tomó la píldora, Sarah, que sufre de ansiedad y depresión, se sintió distinta de inmediato. Sus pensamientos se acallaron y el cerebro se le entumeció. Le encantó la sensación y comenzó a tomar las píldoras con regularidad con su novio. Al principio, Sarah no sabía que estaban contaminadas con fentanilo, un opioide altamente adictivo… y a menudo mortal. Para cuando lo supo, ya era adicta. “La gente piensa: ‘Ah, toma un tiempo para que la cosa se ponga realmente complicada’, pero no es así —dice—. La adicción puede ocurrir muy, muy rápido”.
Sarah empezó a tomar 10 píldoras al día, pero muy pronto necesitó tomar más para lograr el mismo efecto. Si no tomaba fentanilo, sufría de síndrome de abstinencia como vómitos, diarrea, ansiedad y temblores en los brazos y piernas. Sarah no podía comer ni dormir si no consumía la droga en el lapso de horas. Al cabo de un año, tomaba más de 100 píldoras al día.
Su novio también se volvió adicto. Una noche sufrió una sobredosis en la casa de Sarah. “Se quedó muy callado, se puso pálido y, de pronto, colapsó”, recuerda. Sarah despertó a su padre, que llamó a una ambulancia. Su hermano menor le practicó reanimación cardiopulmonar (RCP) a su novio hasta que llegó la ambulancia. “Estaba convencida de que se iba a morir”, dice Sarah. Los paramédicos pudieron revivirlo y se recuperó.
Hoy, tras pasar más de tres años adicta al fentanilo, Sarah ya no consume drogas. Su exnovio está preso por posesión de fentanilo. Sarah dice que la droga le robó tiempo con su familia y sus amigos. “Me perdí muchas experiencias”, dice Sarah, que a duras penas se graduó de la secundaria y perdió varios trabajos por el fentanilo. En un momento, vivieron en el auto de su novio. De todas formas, le alegra haber sobrevivido. Si no hubiera recibido ayuda, dice: “no hubiera vivido mucho tiempo más”.