La verdad sobre la presión de grupo

Es normal querer encajar, pero la verdadera confianza en uno mismo surge de saber cuándo alejarse del grupo.

Al leer, pregúntate: ¿por qué son especialmente susceptibles a la presión de grupo los adolescentes?

Alza la mano si alguna vez llegaste a la escuela con los mismos tenis que tus amigos. Ahora piensa en tu típica mesa a la hora del almuerzo. ¿Hay cosas que los conectan a todos, como una palabra favorita, un peinado a la moda o una golosina que los tiene obsesionados?

Los psicólogos lo llaman “instinto de manada”, o comportamiento gregario. Es tu instinto natural de seguir a la multitud. Es la razón por la que funciona la presión de grupo. Puede ser muy difícil no hacer algo que hacen todos tus amigos.

Cuando se trata de modas, como estar obsesionados con la misma jerga o las mismas golosinas, sucumbir a la presión de grupo por lo generar suele ser inofensivo.

Pero cuando se trata de decisiones más importantes, en especial aquellas que tienen que ver con tu salud o tu seguridad, la presión de grupo puede ser mucho más peligrosa.

Según estudios publicados por los Institutos Nacionales de la Salud, los adolescentes son más propensos a asumir grandes riesgos cuando son parte de un grupo. Por eso, hasta los adolescentes más cautos y juiciosos se involucran en comportamientos extremadamente peligrosos como conducir tras haber consumido alcohol.

Lo complicado de la presión de grupo es que podrías no darte cuenta de que la estás sufriendo. “Te han condicionado a pensar en la presión de grupo como una burla, como, ‘¡Hazlo!’ o ‘Si no lo haces eres un perdedor’ —dice Oscar Bukstein, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard—. Pero el tipo más peligroso de presión de grupo es la influencia que ni siquiera notas”.

Por suerte, una vez que aprendas a reconocer la presión de grupo en todas sus formas, te resultará más fácil resistirla. Cuando lo hagas, tal vez te sorprenda lo gratificante que es decirles “no” a las cosas que no te van bien. Tal vez hasta inspires a otros a no dejarse influenciar. A continuación, te contamos cómo afrontan la presión de grupo otros adolescentes.

UNA GRAN CAÍDA

Jonathan Tang, estudiante de noveno grado, aprendió lo poderosa que puede ser la presión de grupo en una salida con amigos a un parque de diversiones. “No estaba seguro de querer subirme a las montañas rusas —dice Jonathan—. Pero cuando todos los demás decidieron subirse, yo los seguí”.

“Cuando todos los demás decidieron subirse, yo los seguí”. —Jonathan Tang

Al principio todo iba bien. Pero luego el grupo se subió a la Drop Tower, una atracción que se desploma 225 pies en picada. Fue tan aterrador como suena. “Sentí que no podía respirar, como si tuviera presión sobre mi pecho”, recuerda Jonathan.

Entonces, ¿por qué extraña razón decidió Jonathan ponerse en fila para subir otra vez? Dos palabras: instintos primarios. Estos instintos se remontan a la época prehistórica en la que los primeros humanos veían amenazada su supervivencia a diario.

En ese entonces, separarse del grupo podía significar enfrentarse solo a un tigre dientes de sable. Los humanos se dieron cuenta de que tenían más probabilidades de sobrevivir si permanecían en grupos. Hoy en día, el “depredador” tal vez sea simplemente el FOMO (fear of missing out o el miedo a perderse algo), pero el instinto primario de permanecer con el grupo es igual de fuerte.

85 % de los adolescentes dicen haber sufrido presión de grupo.

Fuente: Institutos Nacionales de la Salud

El psicólogo Laurence Steinberg explica que los cerebros de los adolescentes son especialmente susceptibles al instinto de manada. Esto se debe a que las distintas partes de nuestro cerebro se desarrollan a diferentes velocidades. Cuando eres adolescente, la parte del cerebro que controla la toma de decisiones no ha madurado por completo, mientras que la parte asociada a la actividad social está en plena actividad. Eso significa que es fácil ver los beneficios de pertenecer a un grupo y de encajar. Pero es más difícil reconocer cualquier riesgo asociado a seguir a la manada.

PRESIÓN SUTIL

A veces el instinto de manada puede crear la presión de hacer algo en el momento, como pasó con Jonathan y la aterradora atracción en el parque de diversiones. Pero es probable que también sufras de una presión más sutil y constante para encajar con tus pares todos los días.

Puedes sentir este tipo de presión de grupo con tan solo mirar a tu alrededor. “En octavo grado, todas llevaban camisetas sin mangas Lululemon Align. Yo quería una más que nada en el mundo, aunque eran bastante caras”, dice Coco, estudiante de grado once.

Las redes sociales, como TikTok, Instagram y Snapchat, pueden amplificar este efecto. “Crean la impresión de que la “manada” es inmensa —dice Steinberg—. Eso hace que unirse a la manada sea más atractivo todavía”. Por ejemplo, una vez que ves a varios creadores de contenido con la misma prenda, es fácil creer que todos los demás también usan esa prenda.

Coco estaba feliz cuando recibió una de las codiciadas camisetas en su cumpleaños. La usó un par de veces, pero la moda pasó pronto, y ahora la costosa camiseta cuelga en su armario. Pero aprendió de la experiencia y dice que ya no se apura a sumarse a las modas.

UNA PRUEBA IMPORTANTE

Aunque la elección desafortunada de una prenda de vestir no es el fin del mundo, la presión de grupo puede llevarte a caer en comportamientos más arriesgados, como ingerir bebidas alcohólicas en una fiesta o robar algo de una tienda con un grupo de amigos.

Esto nos lleva a un importante ejercicio de autocomprobación. Si sientes la necesidad de imitar al grupo en una situación potencialmente peligrosa, haz una pausa de cinco segundos. Corre al baño o sal afuera y toma aire, y ponte en contacto con tus instintos. Pregúntate: ¿Querría hacer esto aunque nadie más lo estuviera haciendo? ¿Estoy conforme con las posibles consecuencias si las cosas no salen bien?

Mejor aún, planea antes de ponerte en una situación difícil. Por ejemplo, si vas a una fiesta y sabes que habrá alcohol, asegúrate de tener una respuesta preparada de antemano en caso de que alguien te lo ofrezca. Podrías decir algo como, “no me gusta cómo sabe”, o simplemente “no, gracias”. La mayoría de las veces, a nadie le importa que digas que no, y hasta podrías ayudar a otros a dar marcha atrás.

Eso fue lo que le pasó a Jonathan cuando su grupo de amigos empezó a hacer la fila para la segunda vuelta en la Drop Tower. Esta vez, Jonathan dijo lo que pensaba. “Dije que no iba a subir —dice—. Después de decirlo, un par de amigos más dijeron que ellos tampoco querían subir”. Al parecer, a veces elegir no seguir a la manada también inspira a otros a encontrar su propio camino.

Reflection prompt: Why do you think social media makes it harder to resist following the herd? Explain your reasoning.