Alexis estaba en la clase de Química, estresadísima y en silencio. Tenía un examen de Matemática, y le preocupaba sacar una mala nota. En su cabeza, una mala calificación el examen podría afectar su calificación para el semestre, lo cual a su vez podría afectar su habilidad para ingresar a una universidad. Si no iba a la universidad, tal vez no podría encontrar un buen trabajo. Se convenció de que todo su futuro dependía de una sola prueba. “Sentía como si me hubiera tragado un frasco de mariposas —dice—. Me dolía tanto el estómago. No podía quedarme quieta, y sentía que iba a vomitar”.
En ese momento, Alexis estaba experimentando ansiedad. Para ponerlo en términos sencillos, la ansiedad es una sensación de temor, pavor o inquietud sobre el futuro. Si sientes ansiedad podrías tener las palmas de las manos empapadas en sudor, la boca seca y el pulso acelerado. O, como le pasó a Alexis, podrías sentir que se te revuelve el estómago.
Es normal sentir nervios antes de un gran acontecimiento como una prueba o una obra de teatro de la escuela. En esas situaciones, un poquito de ansiedad hasta puede ayudar porque te motiva a estudiar o practicar tu letra. Pero a veces tus preocupaciones pueden afectar de manera negativa tu capacidad de vivir tu vida.
Si tus preocupaciones acerca del futuro son más perjudiciales que provechosas, podrías tener lo que se denomina desorden de ansiedad. Pero un exceso de ansiedad no tiene por qué dirigir tu vida. Hay muchas maneras en las que la gente controla los pensamientos y sentimientos que le provocan ansiedad. Sus técnicas podrían funcionar para ti también.
A continuación, podrás ver cómo dos adolescentes viven la ansiedad y sus consejos para controlarla.