La temida visita médica

Ir al médico tal vez no sea lo que más te guste hacer, pero de hecho es un muy buen momento para recibir respuestas a todas tus preguntas sobre la salud: las grandes, las pequeñas o las totalmente vergonzosas. Aquí te contamos cómo aprovecharlo al máximo.

FangXiaNuo/E+/Getty Images (opener); Patricia Fazio (Mahvash Madni)

Llegó el día de tu revisión anual. Te sientas en la camilla y tu mente empieza a dar vueltas. ¿Deberías mencionar ese sarpullido que te pica? ¿Qué hay de cómo no puedes dormir? Y, ay no… ¿necesitas alguna vacuna?

Respira hondo (y no solo porque te lo pida el médico). ¡Esta es tu oportunidad de tomar las riendas de tu salud! Le pedimos a una pediatra que trabaja con adolescentes que responda a tus preguntas acerca de las visitas médicas. Aquí te contamos cómo manejar tus miedos así puedes aprovechar al máximo tu próxima cita.

EL MIEDO: Me dan terror los pinchazos.

LA SOLUCIÓN:

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A menudo con los pinchazos, la idea de la aguja da mucho más miedo que la inyección en sí. Así que una excelente manera de contrarrestar el miedo a los pinchazos es entender por qué los necesitas. “Las vacunas que recibes cuando eres adolescente te protegen de enfermedades que pueden durar un largo tiempo o hasta matarte —dice la Dra. Madni—. Las vacunas te permiten ir a la escuela, estar con otros niños y que no se contagien mutuamente”.

Si esta información no es suficiente para calmar la ansiedad que te producen las agujas, concéntrate en hacer respiraciones profundas y pausadas.

“Hacer respiraciones profundas puede ayudar a que tu cuerpo se relaje. Eso es bueno porque si tensas los músculos del brazo, la vacuna puede doler más”, dice la Dra. Madni. También puedes probar con una técnica de distracción como ver un video en tu teléfono o sostener la mano de uno de tus padres. Nunca eres demasiado grande para una movida que te haga sentir mejor; ¡hasta la Dra. Madni dice que le gusta sostener la mano de alguien cuando le dan un pinchazo!

EL MIEDO: Mi médico se va a meter en mis cosas privadas

LA SOLUCIÓN:

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“¿Qué desayunaste? ¿Tienes novio o novia? ¿Cómo te va en la escuela?”. Algunas de las preguntas que hace tu médico pueden sonar irrelevantes o hasta como una invasión a tu privacidad. ¡Pero hay una razón para hacer estas preguntas tan inquisitivas! Los detalles como la comida que comes todos los días o si las relaciones con tus amigos y tu familia te hacen feliz son como las piezas de un rompecabezas. Tu médico lo arma para tener una imagen completa de tu salud, tanto física como mental. Tus respuestas también pueden ayudar a tu pediatra a precisar por qué tal vez no te sientas del todo bien. Los dolores de cabeza, por ejemplo, podrían ser provocados por cualquier cosa, desde alergias a algún alimento o estrés.

Tu médico también podría estar haciendo estas preguntas que parecen al azar para entablar una conversación y ayudarte a sentirte cómodo al hablar de tu vida. “El objetivo de estas preguntas también es ayudarte a expresarte y que hagas tus propias preguntas”, dice la Dra. Madni.

Así que, además de responder las preguntas de tu médico con la mayor honestidad posible, no dudes en llegar armado con algunas preguntas propias. ¿Dudas de si la medicación para el acné tiene algún efecto secundario extraño? ¿No estás seguro de si es normal despertarte en medio de la noche con una sensación de ansiedad? ¡Tu médico puede tener las respuestas!

Anota tus preguntas en tu teléfono o en un papel para traer contigo si te preocupa quedarte en blanco durante la revisión.

EL MIEDO: Mi médico va a pensar que soy raro.

LA SOLUCIÓN:

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Tu cuerpo es increíble. Pero también podría estar haciendo cosas alarmantes en este momento, como que te brote vello en lugares inusuales o que surjan nuevos olores extraños. Tal vez te dé vergüenza mencionarle estas cosas a tu médico. ¡Pero la Dra. Madni dice que los pediatras no están ahí para juzgarte! De hecho, quieren que seas 100 % honesto con ellos acerca de todas esas preguntas del tipo: “¿Es normal?”. Nada está prohibido ni es demasiado personal como para conversarlo. Los médicos ya lo han visto, oído y olido todo, desde sarpullidos que se ven muy raros hasta olor corporal intenso. Pero, más importante aún, saben cómo ayudarte.

También debes saber que todo lo que digas en el consultorio, queda en el consultorio. “A menos que le cuentes a tu médico algo que implique un peligro, ya sea para ti como para otros, no tiene permitido compartir esa información”, dice la Dra. Madni.

Si a pesar de estas garantías todavía no te sientes cómodo para confiar en tu pediatra, podría ser una señal de que no es el pediatra adecuado para ti. “Esta relación que estás construyendo es importante, y si sientes que no es el mejor médico para ti, habla con tus padres o cuidador acerca de encontrar otro”, dice la Dra. Madni.

EL MIEDO: Uno de mis padres está ahí conmigo.

LA SOLUCIÓN:

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Te entendemos. Preferirías caer de boca en el piso enfrente de toda la escuela a tener que preguntar acerca de tus problemas con la pubertad cuando está uno de tus padres o tu cuidador en la habitación. Por fortuna, para cuando tengas esta edad, tu médico tendría que pedirte hablar a solas, en general al final de tu revisión. ¿Pero qué si eso no pasa? Simplemente di: “¿Puedo quedarme a hacerle un par de preguntas en privado?”. Si te sientes raro haciendo esa pregunta, podrías preguntar si es posible llamarlo o enviarle un correo electrónico con preguntas de seguimiento más adelante. Algunos médicos estarán abiertos a continuar la conversación de ese modo. Otros tienen un portal en línea para pacientes al que puedes enviar preguntas, pero tus padres o tu tutor tal vez tengan que acceder a él.

Asimismo, si el adulto que te acompaña no hace más que responder las preguntas de tu médico por ti, no hay problema en recordarle que tú puedes responder por ti mismo. Tú conoces tu cuerpo mejor que nadie. “A pesar de que esa persona te trajo a la consulta y está en la habitación, esta es tú relación con tu médico”, dice la Dra. Madni.